El Banco Central seguirá firme en su objetivo de apuntalar la inflación hacia su objetivo de 3% a dos años y mientras aquello no ocurra, no comenzará a reducir la tasa de política monetaria.
En el corto plazo, las buenas noticias deberían continuar: para mayo esperamos que el IPC aumente 0,2% respecto a abril, lo que llevaría la variación interanual hasta 8,8%.
En la última reunión del FOMC (Comité Federal de Mercado Abierto), se modificó la orientación a futuro de su declaración, insinuando que existe una buena posibilidad de que esta sea la última alza de tasas de este ciclo.
El mandato constitucional del Banco Central es la inflación; por lo tanto, sus medidas debiesen ir dirigidas a conseguir ese objetivo y no otro.
La inflación subyacente se está inclinando en una dirección más cómoda, por lo que sería razonable concluir que la Fed podría adoptar un enfoque de esperar y ver en su próxima reunión, lo que efectivamente terminaría con el ciclo de ajuste.
Más empleo y más remesas siguen apuntalando el consumo interno en México, impulsando a la economía.
Han bajado las preocupaciones financieras, pero hay nuevos frentes en los ámbitos políticos y de gobernanza corporativa
La principal pregunta que se hace el mercado tras el IPC de enero es si esta sorpresa pone en riesgo la disminución de la inflación.